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perito y además…
Miguel Ángel Quiñones Perles
Siendo el mayor de seis hermanos e hi-
jo de un perito, la profesión le vino por
tradición familiar. Nacido hace 47 años,
desarrolla su actividad profesional en
la provincia de Cádiz. Miembro de AP-
CAS, ejerce la Pericia en los ramos de
Autos y Embarcaciones Deportivas.
Buzo y espeleólogo
“Hace mucho tiempo, aparte de ser perito, montaba repetidores de comunicaciones. Un día, trabajando en Tarifa (Cádiz), me
encontré al coordinador de Protección Civil de la zona, quien sabía que practicaba pesca submarina en apnea. Me preguntó si
le podía echar una mano en un problema; yo, sin saber qué era, le contesté que sí. Cuando me informó de que se trataba de
rescatar un cadáver en Punta Camarinal, en la Cueva del Zorro, a unos 4 metros de profundidad, no dormí en tres días.
Como soy una persona de palabra, lo hice junto a un compañero y un guardia civil de la zona, ya que el equipo GEA de la
Guardia Civil no había conseguido rescatarlo. Nosotros sí lo logramos y el coordinador de Protección Civil me dijo que me da-
ría un regalo. No le di la menor importancia, pero tiempo después me llegó una convocatoria a unas pruebas físicas para un
curso de Buzo Profesional para el que solamente había 15 plazas. A pesar de que se presentaron más de 150 personas –entre
ellos, policías, militares y bomberos–, las pasé, quedando entre los 3 primeros, lo que me permitió realizar el curso. Durante el
mismo, un profesor me invitó a participar en un rescate de Protección Civil. Desde entonces he colaborado en operaciones si-
milares, como la que permitió recuperar los cuerpos de los marineros ahogados en el pesquero Pepita Aurora. Todo esto de ma-
nera altruista, costeándome los viajes y el material de buceo.
Otra de mis pasiones es la espeleología. Uno de mis compañeros de buceo la practica, y me invitó a hacer la Cueva del Ga-
to en Benaojan (Málaga). Estuve 11 horas dentro de la cueva, en la que hay más de 20 lagos, dunas de arena y la gran esta-
lagmita, una de las mayores del mundo. Una aventura inolvidable que me animó a hacerme miembro del grupo de espeleolo-
gía, visitando simas y cuevas malagueñas y gaditanas.
Un buen día, el compañero me llamó porque la familia de Iván Silva Trujillo, un joven desaparecido hacía 13 meses, le ha-
bía pedido ayuda para hacer una búsqueda en una laja de la Sierra de la Plata (Cádiz), muy cercana a la conocida como Cue-
va del Moro, que ya habían inspeccionado varias veces sin éxito. Acudí a su llamada y nos reunimos el 3 de febrero de 2013,
a las 7 horas, un equipo de escalada y espeleología formado por nueve personas, junto a cientos de vecinos voluntarios, y co-
menzamos una búsqueda minuciosa: los montañeros iniciamos la búsqueda tirando las cuerdas por la vertical de la montaña,
mientras que los voluntarios la peinaban. Al poco rato encontramos a Iván en una pequeña repisa camuflada, un lugar de di-
fícil acceso y de complejidad extrema. Esperamos instrucciones de la Guardia Civil y montamos una tirolina para bajar el ca-
dáver, que se encontraba a unos 50 metros de altura. En unas horas, ya estábamos todos reunidos al pie de la montaña junto
a sus familiares, que nos agradecieron nuestra colaboración eternamente.
Estas son algunas de las impactantes e inolvidables experiencias que me ha tocado vivir, y es que la vida es una suma de
casualidades que te hacen forjar tu personalidad, dependiendo de tus decisiones”.
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